Estamos programados por nuestra familia de origen para reaccionar de esta manera.
La muerte del ser querido, le perdida de la salud, el trabajo, puede llegar a ser una situación tan estresante, tan dolorosa, tan traumática que excede las barreras naturales de lo que podemos asimilar y soportar.
Esto trastorna nuestra capacidad de responder, originando en nosotros sentimientos de impotencia, vacío,, desamparo, miedo, tristeza, culpa, confusión. También podemos tener imágenes intrusivas del momento.
LA HERIDA SANADA NO ES LA OLVIDADA, ES LA QUE RECUERDA SIN QUE DUELA…” D.G
El miedo no se va, a menos que lo entiendas, lo “contengas” y lo proceses. Cuando el miedo se aquieta, podrás empezar a vivir en el presente”.
Algunas personas que fueron abusados(as) de niños no recuerdan que eso les ocurrió. Esto es así porque los mismos mecanismos de defensa, que inicialmente le protegieron, “guardan bajo llave” toda esta experiencia dolorosa y vergonzante en un lugar “seguro”, e impiden que este recuerdo, que tiene tanta carga emocional para la persona, sea recordado y actué como si eso no hubiera ocurrido.
Leí en algún lugar que “cuando la inocencia de un niño es robada por el abuso sexual, se afecta la autoestima, el desarrollo de la personalidad, la socialización y el logro. Más tarde puede impactar sus relaciones intimas.